Decenas de marchas se organizan para este día a lo largo y ancho del continente. Muchas de estas intervenciones están ligadas a la defensa de las mujeres. En defensa de los abusos, muchos de los cuales, aún siguen arraigada en las partes más alejadas de las grandes ciudades.
Marzo es un mes para hacer conciencia, la cual mucha de ellas son a través de intervenciones, en búsqueda de visibilizar una situación en la cual pocos intervienen. Las manifestaciones, son el epicentro de donde se vive una verdadera fiesta, con carteles de conciencia, nombres y datos de mujeres. En su mayoría, muchas de ellas ya no pueden participar de las manifestaciones, dado que ya no se encuentran en este plano.
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La idea de estas intervenciones, es visibilizar hechos reales, de mujeres violentadas. A las cuales, las autoridades (en la mayoría de casos) no escucharon cuando aún tenían voz. Y otras tantas, que aun sobreviven junto a sus agresores, aguantan en silencio el dolor de no poder hablar.

Esta es la historia de Samantha (nombre por el cual quiso ser llamada) es de Colombia, donde vive con su pareja. Ella, no tiene a quien recurrir, por lo que debe de sobrevivir un infierno dado que su novio es la única persona que le tendió una mano cuando lo necesito.
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Vivir en el infierno por falta de oportunidades
“Temo por mi vida, se lo que es capaz de hacer, porque lo ha intentado muchas veces”, señaló Samantha a este medio y agregó: “Oculto las marcas, me mantengo calmada, pero no sé cuánto tiempo más poder resistir, quiero dar mi voz pero si lo descubre algo malo me va a pasar”, expresó Samanta.

Su historia, comenzó como una más de tantas, y continuo como se terminan conociendo. Samantha comenzó a salir con su pareja, en lo que parecía ser una relación común y corriente, ella enamorada y el mostrando de a poco su lado oportunista. Sin darse cuenta, comenzó a separarse de sus amistades, se peleó con amigos y familiares, quedándose sola y dependiente de su pareja.
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“Me dijeron que escapara de él, que no era bueno para mí, ahora me lamento por no haberlos escuchado”, expresó Samantha y continuó: “Estaba ciega y siento que ahora pago por mi error, porque abuso de mi confianza, se aprovechó de que estaba enamorada y me arrepiento de haberme dejado manipular por él”.
El maltrato psicológico que recibía, tanto en público como privado, no pudo callarse más, pero por temor Samantha guarda silencio. Presionando contra su corazón, sus verdaderas emociones, soportando mientras intenta conseguir trabajo y huir de su sufrimiento. Considerando que, según relató, él por fuera se muestra como un inocente cordero, pero por dentro hay un lobo desalmado, que sabe que con justificarlo la sociedad le tendrá piedad y perdonara sus errores.

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Según expreso Samantha, teme por su vida y lo único que busca es un empleo, para poder dejar ese horrible lugar. Poder ser feliz de una vez y estar lejos de su agresor, quien en más de una ocasión atentó contra su vida. Asimismo, espera que al sociedad no mire para otro lado y no esperen a que pase lo inevitable, para salir a las calles con su foto, tratando de redimirse por no haberla escuchado.
¿Algún día habrá cambios?
“Por momentos se mostraba comprensivo, hablábamos bien y por otros se tornaba agresivo, incluso violento, golpeaba paredes gritaba amenazaba, me pegaba con los puños incluso me ahorco hasta desmállame”, comento y expresó que, al haberse separado de sus seres queridos, se siente sola e indefensa.
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La historia de Samantha, es una más de tantas que viven las mujeres latinoamericanas en todo el mundo. Siendo ella una de tantas mujeres que no puede participar de estas manifestaciones, dado que sabe lo que le depara al llegar a casa. Como ella hay miles de mujeres privadas de sus derechos más básicos, siendo agredida, golpeada e insultada.
“No puedo dar mucha información, pero lo único que pueden hacer es hablar por mí”, expresó con angustia y detalló: “Me siento muy hipócrita si doy muchos detalles, ya que volví con él, porque no cuento con ningún lugar, entonces es esto o la calle”.

Es importante no perder el foco este mes, más allá de lo que se conmemora este día, sin olvidar a las que ya no están, pero darle ayudas a las que aun están sometidas y no pueden hablar. Dado que por ellas aún estamos a tiempo. Asimismo, según señaló, espera que las manifestaciones no sean otras de tantas, que busquen desvincular a las personas que no escucharon cuando aún era el momento, para reivindicarse, sino que es el momento de ser solidarios y de escuchar de verdad.
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Asimismo, por mujeres como Samanta, quien cree que para ella no hay escapatoria es por las que ahora debemos luchar y hacer justicia. Dado que aún puede librarse de sus cadenas, solo se necesita que la sociedad mire de verdad. “No quiero que la gente se siga escondiendo detrás de un velo, que solo lleve la palabra justicia y que después de las manifestaciones nos sigan viendo como cifras, somos reales, existimos y la sociedad debe vernos ahora que estamos vivas, porque después ya es demasiado tarde”, concluyó.